Todas y todos llevamos algo de Trótula Ruggiero, primera mujer en escribir un tratado de Ginecología, Obstetricia y Puericultura, y cuyo texto recoge las experiencias de mujeres tratando a otras mujeres en asuntos delicados, abriendo su cuerpo y alma, lo cual no ha variado a pesar del tiempo transcurrido y de la tecnología y globalización en la cual vivimos. Por eso, este 6 de septiembre de 2024 conmemoramos y celebramos el importante rol que cumplen las matronas y matrones en la Atención Primaria de Salud.

Cuando el 16 de julio de 1834 se inaugura la primera Escuela de Obstetricia en la Universidad de Chile de la mano de un visionario, Dr. Lorenzo Sazié, para profesionalizar el oficio de partera, comadre o comadrona quienes habían aprendido por medio de transmisión oral desde tiempos ancestrales y de esa manera lograr el impacto sanitario de disminuir la mortalidad materno infantil tan alta en aquella época. Sin lugar a dudas, Lorenzo Sazié no pudo imaginar la flama que prendió en miles de mujeres al principio y con posterioridad a hombres que ven en la Matronería un campo de acción noble y necesario.

No podemos dejar de mencionar que la fundación de la escuela también fue producto del gobierno de la época, fue el Presidente de la República  José Joaquín Prieto quien otorgó la admisión gratuita para las mujeres de la capital que desearan dedicarse a la profesión, pero tenían que saber leer y escribir, además de haber recibido una decente educación y sean jóvenes, robustas y bien constituidas.

El primer curso contó con la presencia de 16 alumnas quienes después de haber sido examinadas por el Tribunal de Protomedicato en 1836, reconocen que estaban aptas para ejercer como matronas y en la cual se destaca como la mejor alumna de su promoción la Srta. Isidora Góngora.

Con la fundación de la Universidad de Chile en 1842, la Escuela de Medicina y la Escuela de Matronas quedaron bajo la tutela de la comunidad médica universitaria.

Sin embargo, tendrían que pasar más de 100 años para lograr empoderarse de la atención del cuidado de las mujeres, parto y recién nacido, ya que las parteras compartieron y disputaron la atención de los partos, debido más que nada a la falta de confianza de la población, quienes preferían a aquellas mujeres cuya expertice era transmitida de generación en generación, además que en los lugares alejados, no había matronas certificadas.

Pero la flama no se apagó y es así como a fines del siglo XIX ya se habían preparado más de 200 matronas, las cuales estaban encasilladas exclusivamente a la asistencia del parto normal, pero este fue el punto inflexible de partida para el desarrollo de la profesión, la que gracias a Dr. Luis Bixio, quien se hizo cargo de la Escuela entre 1872 y 1886, reformulando el Plan de estudio e incorporado asignaturas de cuidados del recién nacido, asistencia del parto gemelar, etc, ampliando el rol de la matrona el cual se ha ido modificando hasta nuestros días y de acuerdo a las necesidades imperantes en nuestro país.

A mediados del siglo XX en Chile se llevaron a cabo consensos políticos, médicos y sociales relevantes cuyo norte era:

a.-Disminuir la natalidad, respetando la autonomía de decidir el número de hijos

b.- Acceso de las mujeres a la anticoncepción oral

c.- Promoción y fortalecimiento de la familia como núcleo de la sociedad

d.-Aumentar la atención profesional del embarazo, parto y puerperio.

Todas estas acciones quedan también en mano de las matronas y matrones.

En palabras de Lucila Cerda Muñoz: “La Matrona chilena debe ser una profesional con talento humano y compromiso con la sociedad para otorgar cuidados de salud seguros, respetuosos, individualizados, de calidad y regulados a la mujer, recién nacido, familia y comunidad, de acuerdo a principios, códigos y normativas, con perspectiva para atender la diversidad e interculturalidad, aportando al cambio del perfil epidemiológico, requerimientos de salud durante el curso de vida, demandas sociales y salud de la sociedad”,  agregaría a que el campo aún se amplía más, ya que al estar a cargo de la Salud sexual y reproductiva. También involucramos a los hombres en nuestro quehacer, sobre todo en Atención Primaria de Salud, brindando una atención inclusiva y sensible a todas las personas, sin importar su etnia, nacionalidad, orientación sexual o identidad de género. Éste simple hecho, hace de la matrona o matrón un profesional irreemplazable.

A 190 años podemos decir que se ha avanzado mucho, ampliando el espectro de acción del quehacer de la matrona o matrón, pero aún nos queda mucho por hacer, las bases están cimentadas, pero debemos concretizar actualizando el Código Sanitario que a todas luces está obsoleto y no da justicia ni respaldo a todo lo que hacemos.

Debemos seguir esforzándonos por conseguir las especialidades que son nuestras y que tan bien hacemos, que ha llevado a Chile a estar con indicadores de salud que nos llenan de orgullo.

Debemos seguir visualizando que no se pueden implementar leyes tales como la Ley Mila, Dominga y Adriana que al no tener recursos asociados  afectan directamente a nuestras usuarias y a las matronas y matrones.

Como ColMat seguiremos luchando por los derechos de todas y todos los matrones de nuestro país, seremos su incansable voz hasta lograr ser escuchados.

La Matroneria es más que una profesión….es una filosofía de vida.

Fuente: Formación profesional de la matrona/matrón en Chile: años de historia

Lucila Cerda  Muñoz.

Vicepresidenta Nacional del Colegio de Matronas y Matrones de Chile