Este 25 de noviembre, en el mundo y en Chile, se conmemoró el Día Internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres. En las principales ciudades de nuestro país, marcharon miles de mujeres y, entre ellas, estaba Andrea Pimentel Abarca, Matrona, Directora Nacional del Colegio de Matronas y Matrones de Chile, titulada en su alma mater, la Universidad de Valparaíso. Hoy, se desempeña en el Hospital Luis Tisné.

La joven colega se ha especializado, en los últimos 8 años, en violencia de género y violencia sexual. Para ello, consideró que tenía que formarse en la materia, un Magíster y varios diplomados a su haber, así lo demuestran. Hoy reparte su valioso conocimiento, como docente, en la OTEC Innova Formación. También cuenta con una interesante participación en el ColMat donde participó como Vicepresidenta del Comité de Género y Disidencias Sexuales de nuestra orden profesional.

En la presente entrevista, Andrea profundiza sobre todos los tipos de violencia que afectan a las mujeres y el rol que debe y tiene la Matronería sobre esta temática.

¿Por qué, al año 2024, siguen habiendo mujeres víctimas de violencia?

En la actualidad, las mujeres siguen siendo víctimas de violencia porque este es un problema cultural y de salud pública que trasciende fronteras. Vivimos en estructuras sociales que perpetúan diversas formas de violencia desde edades tempranas, en espacios como las familias, los colegios o incluso los sistemas de salud. Muchas sociedades normalizan y toleran estas conductas, desde violencias sutiles, como la violencia simbólica que cosifica a las mujeres en la publicidad, los medios de comunicación, entre otras hasta las más visibles, como golpes, violaciones y femicidios. Además, la supuesta supremacía masculina sobre la femenina sigue siendo una creencia que contribuye a perpetuar este ciclo de opresión y desigualdad.

¿Cuál es la realidad del Chile de hoy? ¿Se ha avanzado, se está igual o se ha retrocedido?

Hemos avanzado, quizás no a la rapidez que se necesita, pero hay grandes avances en materia de protección hacia las mujeres y niñas en nuestro país. Hay un tema que tiene que ver con las transformaciones sociales a propósito de situaciones que son muy complejas y terribles, casos de femicidios y muertes de mujeres con una alta connotación publica, que han dado el puntapié a movimientos sociales que han motivado la creación de políticas públicas de salud, en favor de la erradicación, prevención y promoción en la violencia de género contra las mujeres. Desde ahí, cuando existen leyes, nosotras como profesionales de la salud, debemos capacitarnos, sensibilizarnos, con la temática y empezar aplicarlo en la práctica diaria, es inherente a nuestro rol ético y profesional. Eso también va permeando la sociedad, o sea nuestras propias familias, amigos, entorno, que debería también encaminarse a ese objetivo.

 

¿Usted cree que hay conciencia frente a esta dura realidad donde todos los días es golpeada, violentada una mujer?

Hay una parte de la población que aún omite o no percibe esta realidad porque la normaliza como parte de su vida cotidiana. Por eso es fundamental el impacto de iniciativas como Las Tesis y los movimientos sociales y feministas a nivel mundial, que han abierto los ojos de la sociedad, generando conciencia, empatía y acción. Estos movimientos nos invitan a reflexionar y participar activamente en la creación de planes y cambios que beneficien a las mujeres. Vivimos en una sociedad patriarcal que permea los ámbitos social, político y económico, donde todavía persiste una visión tradicional: la mujer relegada al trabajo doméstico mientras el hombre ocupa el espacio laboral y concentra el poder. Esta estructura debe ser desafiada para avanzar hacia una verdadera equidad.

Las organizaciones de la sociedad civil señalan que siempre hay que creerle a la denunciante, ¿por qué?

Es fundamental creerle a la víctima y/o denunciante porque si no lo hiciéramos deslegitimaríamos su experiencia y podría perpetuar la impunidad del agresor. Desde un enfoque de derechos humanos, creer a la víctima es el primer paso para garantizar justicia, seguridad y acompañamiento integral. A nivel mundial y local, las principales víctimas de violencia de género son mujeres y niñas. Frente a las desproporcionadas cifras de violencias hacia las mujeres, debemos romper con el secreto y la ley del silencio que rodean, por ejemplo, los abusos sexuales infantiles, de los cuales solo se conoce un 20 %, mientras el 80 % permanece oculto. Creer es crucial porque ese 20 % que se atrevió a denunciar merece todo el apoyo institucional, con un enfoque de derechos humanos y en cumplimiento de la normativa vigente. Recordemos que la mayoría de los casos de violencia de género son reales y están respaldados por cifras alarmantes y muchas agresiones nunca se denuncian debido al miedo a las represalias, la vergüenza o la falta de apoyo. Creerles es un acto de validación y respeto que facilita su acceso a la ayuda necesaria y reparación.

En términos de lo que es la legislación chilena en violencia de género ¿cómo estamos?

Hemos avanzado considerablemente en legislación sobre violencia de género en Chile. Por ejemplo, la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, vigente desde hace siete años, marca un hito al reconocer la autonomía de las mujeres en tres causales específicas, lo que constituye un progreso en salud pública y derechos sexuales y reproductivos. Además, contamos con la Ley sobre Violencia Integral contra las Mujeres, que amplía la tipificación de diferentes formas de violencia, y la Ley Karin, que aborda el acoso laboral y sexual. Sin embargo, estas leyes solo tendrán impacto real si se implementan adecuadamente, lo que requiere sensibilización, educación y capacitación a nivel social. De lo contrario, corremos el riesgo de que queden como meros documentos.

 

 

 

 

 

Se pueden tener muchas leyes, pero si no se cuentan con recursos económicos para implementarlas son letra muerta. ¿Cuál es la realidad de los profesionales de la salud y de la Matronería?

La realidad es cumplir con el deber. Se pueden tener muchas leyes, pero sin los recursos económicos necesarios para implementarlas, es bastante complejo para los equipos de salud, depende mucho de voluntades y motivaciones personales. En relación con las matronas y matrones deben aprovechar las instancias de capacitación que ofrecen las instituciones o los cursos anuales para nuestra formación continua. Sin embargo, esto también depende del compromiso personal y de nuestra especialización. Existe un estándar básico que debemos dominar, como el conocimiento de los derechos humanos, el buen trato y la bioética, aspectos que son transversales y fundamentales en nuestra labor como matronas que están en contacto directo en todo el ciclo vital de las mujeres.

¿Qué debe hacer una matrona o un matrón cuando llega una mujer o una niña y cuenta que fue violentada sexualmente?

Lo primero que debe hacer una matrona o un matrón cuando una mujer o niña cuenta que ha sido violentada sexualmente es contenerla y creerle. Es fundamental transmitirle que está segura y que será acompañada en todo el proceso. A partir de ahí, se activan los protocolos establecidos, como los incluidos en la atención integral de salud para agresión sexual aguda bajo el sistema GES. Estos protocolos estandarizan el manejo, indicando cómo abordar, qué evitar preguntar, los tiempos para peritajes y exámenes, siempre centrados en las necesidades de la víctima. Es crucial no imponer nuestras creencias o prejuicios, sea quien sea la víctima.

La empatía y la compasión son esenciales, así como saber escuchar y estar presentes, incluso con pequeños gestos como sostener una mano. Como profesionales competentes, debemos desarrollar un ‘ojo clínico’ que nos permita identificar signos de violencia, como heridas o hematomas, sin dejarnos llevar por la rapidez del día a día. Nuestra labor es ofrecer una atención integral y respetuosa, contribuyendo al bienestar de la víctima.