La familia Gutiérrez Norambuena lleva en su ADN la Matronería. No solo Gabriela, sino su hermana Blanca también es matrona. Su madre estudió Obstetricia, pero no pudo terminar la carrera por problemas de salud. Y, por si fuera poco, tuvo una tía abuela con la misma profesión.

Gabriela nació en la sureña ciudad de Curicó, pero pasó gran parte de su adolescencia y juventud en Santiago, titulando de matrona en la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Chile. Hoy habita en Puerto Montt e integra el grupo de las “Cigueñas Doradas, matronas que se reúnen a conversa de la vida.

¿Dónde nació Usted? ¿Dónde estudió Obstetricia? ¿Cómo fue su primer trabajo como matrona?

Nací en Curicó en 1938 y al año siguiente nació mi única hermana, Blanca Gutiérrez, quien también es Matrona. Mi padre fue Contador y mi madre estudió Obstetricia, aunque no se recibió por motivos de salud.  Además, por el lado de mi padre, tuve una tía abuela, también, Matrona Ema Cubillos. Como ve, hay una gran cantidad de matronas en nuestra familia en tiempos en que muy pocas mujeres tenían la oportunidad de tener estudios superiores.

En el año 1944, mi familia se trasladó a Santiago y yo estudié en el Liceo Nº1 de Niñas Javiera Carrera, para posteriormente ingresar a la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Chile, ubicada en el recinto del Hospital San Borja.

Me recibí en Diciembre de 1959 y en Febrero de 1960 fui contratada por el Servicio de Salud para trabajar en el Hospital de Chañaral, lugar en el que hacía 25 años, no había Matrona ni Enfermera. Aparte del personal auxiliar estaba el Médico director, que era alcohólico junto con un extranjero, que llegó al país con un título de Médico falso, ya que sólo era practicante en su patria. Cuento esto porque  mi primer trabajo fue bastante desafiante, lo bueno es que en Chañaral conocí a quien sería mi marido por casi 60 años, un migrante croata.

¿Por qué y quienes integran el grupo de las Cigueñas Doradas? ¿Por qué le pusieron ese nombre?

En noviembre del 2010, en Puerto Montt. se juntó un grupo de matronas jubiladas todas de la zona, con muchos años de carrera en común. La idea era tener un grupo organizado en el cual juntarse, apoyarse y mantener la amistad. Su primera presidenta fue Marta Romero. Yo por mi parte si bien no ejercí como matrona en la zona, fui aceptada en el grupo el año 2012. El 2016 adquirimos un terreno donde tenemos nuestra pequeña sede.

Le pusieron ese nombre (yo aún no ingresaba) evidentemente por los años dorados de este selecto grupo de “Cigüeñas”.

.- Este año se cumplen los 190 años de la Matronería. ¿Qué significa para Usted su profesión?

Ser Matrona es un orgullo ya que me dio la oportunidad de dar lo mejor de mí a cientos de mujeres y, al mismo tiempo, crecer como ser humano al tener la posibilidad de conocer las miserias y grandezas de una población femenina con carencias de todo tipo.

 ¿Qué mensaje enviaría a las futuras generaciones que están egresando de las carreras de Obstetricia y Puericultura?

Pienso que nuestra carrera nos da la posibilidad única, de educar, cuidar y apoyar a las mujeres cuando más lo necesitan, dando un trato digno, cariñoso, respetuoso a quienes en un momento gravitante de la vida se convierten en madres y responsables (a veces solas) de sus hijos.

Además, pienso que tenemos la enorme responsabilidad y privilegio de educar en la Planificación Familiar y Control de la Natalidad.