El envejecimiento de la población es un fenómeno ya latente en Chile y que, según proyectan los expertos, probablemente, se verá acentuado por la pandemia. Eso, pues una serie de cambios -como la mayor participación laboral de mujeres o su empoderamiento a nivel social- ya habían empujado los planes familiares hacia edades más avanzadas, a lo que se suma ahora la emergencia sanitaria, que ha llevado a miles de familias a postergar la decisión de tener hijos por temor al virus, la pérdida del empleo o la incertidumbre general.

“Todos pensábamos que con el encierro y la dificultad de acceso a los métodos de regulación de fertilidad iba a haber un baby boom. Pero eso no fue así”, comenta la presidenta del Colegio de Matronas y Matrones, Anita Román.

Las cifras del Registro Civil apuntan a una consistente baja en la natalidad asociada a la emergencia sanitaria. Si se considera la llegada del Covid-19 al país, en marzo de 2020, los lactantes concebidos durante la pandemia comenzaron a nacer en diciembre de ese mismo año. Así, en los siguientes seis meses nacieron un total de 86.793 niños en Chile.

Es una caída considerable en la natalidad, pues entre diciembre de 2019 y mayo de 2020 se inscribieron 99.764 menores (un 13% menos) y en igual período de 2018 a 2019 fueron 110.606 los nacimientos(un 21,5% menos).

La antropóloga y académica de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Talca, Giselle Davis, destaca como factor crucial la crisis sanitaria: “Las sociedades nos reproducimos en periodos de estabilidad, lo cual es totalmente lo contrario a lo que está ocurriendo hoy”.

A su vez, Román plantea que “hoy vemos a mujeres primerizas que tienen más de 30 años, situación que no ocurría hace tres décadas (…). Sin embargo, el embarazo adolescente se ha mantenido, por lo que tenemos que seguir con la contención de las jóvenes en estos casos”.

 

La situación en las unidades de maternidad

El Hospital San José cuenta con la Unidad de Maternidad más grande del país. Son cien camas de hospitalización en obstetricia y 20 camas para ginecología. Además, tienen 11 destinadas a prepartos, 11 para recuperación, tres pabellones quirúrgicos y cuatro salas de partos. De éstas, sólo el área de ginecología ha disminuido su dotación de unidades a 11, para poder contribuir a las necesidades de la pandemia.

Allí ha disminuido la cantidad promedio de nacimientos durante este periodo de crisis sanitaria. De acuerdo a la información entregada por Servicio de Salud Metropolitano Norte (SSMN), este recinto asiste en promedio 7.500 partos anuales. Pero el año pasado, en plena pandemia, fueron 6.500, lo que equivale a una disminución de un 14%.

Asimismo, la Clínica Dávila cuenta con el Servicio Integral de la Mujer, una de las unidades de maternidad privada más grande de Chile. Cuenta con 45 camas, pero aproximadamente 10 de ellas se redistribuyeron para destinarlas a pacientes hospitalizados. Respecto de los nacimientos, el ginecólogo del recinto, doctor Arturo Soldati, explica que “hasta 2019 había 6.700 nacimientos y ha ocurrido una reducción del 8% al 10% por año. Sin embargo, todavía es muy pronto para ver si esto es por el impacto del coronavirus”.

Desde el Hospital Clínico de la Universidad de Chile, el exjefe del servicio de Obstetricia y Ginecología del centro, el ginecólogo Hugo Salinas, explica que durante la pandemia han asistido 1.100 partos, un número inferior a los 1.600 que solían atender años anteriores.

“La gente tiene temor de tener hijos en una situación pandémica, porque no sabe qué va a pasar con ellos. Razones más allá de eso no veo que existan, porque los métodos anticonceptivos se han seguido entregando”, sostiene Salinas, quien, además, recalca que las 10 camas disponibles para atención de preparto no se han visto disminuidas pese a la pandemia y la baja de nacimientos.

En cambio, el jefe de la Unidad Ginecología y Obstetricia de Clínica Indisa, Marco Clavero, recalca que desde 2015 han experimentado una baja sostenida del 5% anual en los nacimientos. En 2018 tuvieron 5.156 partos, en 2019 hubo 4.787 y en 2020 asistieron 4.499 nacimientos. “Si comparamos los partos a mayo de este año, la disminución es del 6% con el año anterior”, establece Clavero.

Respecto de la reducción de unidades en la Unidad de Maternidad, la clínica pasó de tener 59 a 48 camas. “Para el volumen de partos y actividad ginecológica estamos muy justos, de hecho, acortamos los días de estadía para seguir funcionando”, agrega.

Mientras, en el Departamento de Ginecología y Obstetricia de Clínica Alemana han vivido un fenómeno opuesto. El jefe de la unidad, doctor Marcelo González, explica que en la clínica “hemos visto un aumento en torno al 7% el año pasado y al 3,5 durante lo que va de 2021”. Esta situación, dice González, se debería a múltiples razones, como por ejemplo, que “contamos con un edificio aparte para la maternidad, que se ha mantenido libre de pacientes con Covid-19 y una política de precios atractiva”.

 

Embarazos y partos de población extranjera

“En los últimos cinco años hubo un pequeño aumento de nacimientos en aquellos territorios donde hay más población migrante (…). Por ejemplo, lo que sucede en el Hospital San José, pero no es una realidad pareja en todo el país”, reconoce la matrona Román.

Desde el Hospital San José, el ginecólogo Gonzalo Rubio sostiene que el 45% de los nacimientos que ocurren en el recinto son de mujeres extranjeras. “Ese porcentaje lo tenemos hace unos ocho años, lo que sí ha cambiado es el perfil de las pacientes. Antes eran mayoritariamente mujeres peruanas, después haitianas y ahora hay varias venezolanas”.

Por su parte, la matrona supervisora de pabellón obstetricia y ginecología del Hospital Barros Luco, Marcela Hormazábal, destaca que durante 2018 y 2019 “tuvimos un alza que coincide con el aumento de migrantes, tuvimos 4.200 nacimientos. En 2020, cuando se reguló la migración, bajamos a 3.689 partos”. En cambio, durante el 2016 y 2017 tuvieron entre 3.800 y 3.900 nacimientos en el recinto.

Este hospital ha tenido que absorber la demanda de la Unidad de Maternidad del Hospital San Borja Arriarán, tras el incendio que afectó a la unidad en enero pasado. Por lo tanto, “nos hemos mantenido en los números que teníamos antes”, agrega Hormazábal. Pese a lo anterior, el número de camas en la unidad ha disminuido de 59 a 43 unidades operativas.

El jefe de Servicio Ginecología y Obstetricia en el Hospital Clínico Metropolitano El Carmen, Marcelo Barría, dice que en el centro “actualmente tenemos 1.380 partos y el año pasado en esta misma fecha teníamos como 1.680, bajó como un 15%”.

Respecto de embarazos y nacimientos por parte de mujeres migrantes, recalca que “ahora siempre tenemos dos o una paciente en trabajo de parto que son extranjeras, situación que hace unos años no veíamos”. Además, han tenido que asistir a las pacientes del Hospital San Borja, por lo que no han reducido su número de camas, que consta de 30 unidades operativas.

 

Postergación de la maternidad y la población envejecida

De acuerdo a las proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el envejecimiento poblacional no será revertido, por lo menos, hasta 2035. “Nosotros desde 2002 tenemos la tasa global de fecundidad bajo 2,1 hijos por mujer fértil (entre los 15 y 49 años), lo cual no nos alcanza para reemplazar a la población”, recalca el académico del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y doctor en Geografía, Carlos Valdebenito.

“A veces los procesos migratorios tienen efecto sobre la fertilidad, pero cuando son sostenidamente masivos, lo cual no es nuestro caso”, advierte Valdebenito.

La antropóloga Giselle Davis explica que fue a partir de los años 90 que comenzó el tránsito del país hacia “el modelo demográfico de la pirámide invertida, donde los países empiezan a desarrollarse, salen de la pobreza y comienzan a establecerse nuevos modelos de familia”, abandonando el modelo rural y de varios hijos e incorporando el tipo de familia más reducida y “nuclear”, aclara la docente.

Así, en un contexto a nivel nacional de mayor consumo por parte de la población, mayor hedonismo y las nuevas concepciones sobre la vida sexual más allá de la función procreativa, establece la antropóloga, la decisión de tener hijos se ha transformado en las últimas décadas en Chile. “Si hoy hablas con mujeres de 30 años, muchas no quieren ser madres”.

Para la matrona Román, esta postergación de la maternidad “va más allá de la pandemia, es una decisión tomada culturalmente, incluso previo al estallido social (…). Las mujeres, en general, estamos privilegiando el mundo laboral, la libertad de escoger qué hacer con sus vidas”.

Ante las consecuencias de tener una población envejecida, Valdebenito destaca que existe una “oportunidad demográfica” en este escenario. “Actualmente, de cien personas potencialmente activas en el país, hay 46 personas que son dependientes de ellas, este número irá aumentando, pero luego del 2030. Entonces, para aprovechar esta ventana de oportunidad demográfica, deben ocurrir determinadas políticas que posibiliten que estas personas estén realmente en el mercado laboral, como las mujeres y los jóvenes”.

 

Fuente y fotografía: La Tercera