«Hay cosas que se deben realizar de forma presencial para poder tener un buen resultado, un buen seguimiento en el tratamiento, y ésas son las personas que nosotros necesitamos que vuelvan a consultar», afirmó el pasado viernes el subsecretario de Redes Asistenciales, Arturo Zúñiga, al llamar a la población a retomar sus controles de rutina y exámenes preventivos en la atención primaria.
El propio ministro de Salud, Enrique Paris, aseguró que es importante que las personas con enfermedades crónicas, los niños y las embarazadas «vuelvan a consultar». «No podemos solamente centrarnos en la pandemia. Es muy importante que no abandonemos los otros programas», dijo.
Pero aunque existe consenso en torno a que «es deseable que la entrega de esas prestaciones sean retomadas en el menor plazo posible», el Colegio de Enfermeras planteó al día siguiente que eso sólo puede hacerse «siempre y cuando existan condiciones de seguridad, tanto para los usuarios como para el personal de salud».
«Hoy, estas condiciones no están dadas, por lo que es muy importante no generar falsas expectativas en la población, y peor aún, ponerla en riesgo», expusieron en una declaración pública. En respuesta, el ministro Paris le pidió al gremio «todo el sacrificio posible» para mantener cierto tipo de atenciones, como las vacunas, los controles de niño sano, los de hipertensión, los de pacientes con VIH y el control de personas embarazadas.
En ese punto, el titular de Salud hizo un reconocimiento: «Entre paréntesis, los hacen las matronas, que han colaborado muchísimo y les agradezco».
En las unidades de gineco-obstetricia en la atención primaria, las matronas aseguran que trabajan sin descanso. «Las gestantes no pueden dejar de ir al control», explica a Emol la presidenta del Colegio de Matronas y Matrones, Anita Román. «No es solo evaluar a la mujer, sino también algo que ella misma no ve, que es el feto y la placenta, y eso no se puede hacer por vía remota».
«Lo prioritario se tiene que seguir atendiendo» «Como matronas, nosotras siempre hemos insistido en que la gestante no se deje de ir a controlar. Eso no tiene que ver con los llamados que haga o no el Gobierno, sino que es parte de los protocolos que establecen las guías ministeriales. En los controles que se hacen en el segundo y tercer trimestre no solo hay que evaluar los parámetros de la mujer: también hay que evaluar, por ejemplo, que la respuesta de la nutrición fetal sea la correcta, y eso no se ve desde el teléfono», asegura Román.
Desde su vereda, asegura que eso nunca ha dejado de ocurrir. «Lo que ha ocurrido es que cuando todo el mundo habla de cuidarse, de no salir, del distanciamiento social, sí ha habido gente que ha postergado sus controles, pero no es el caso de las gestantes. Ellas han estado preguntando, llamando. Sé que en todos los lugares de Chile las matronas se han reorganizado para mantener las atenciones», cuenta.
Sobre la declaración del Colegio de Enfermeras —un gremio que tiene un largo historial de roces y desencuentros con la matronería—, Román piensa que no están cuestionando las atenciones críticas. «Creo que están pidiendo una atención permanente a aquellas personas a quienes tampoco se les puede quebrar esta atención, como son los que tienen enfermedades poco frecuentes, o más costosas, o las personas viviendo con VIH. Esa atención no se puede dejar de dar», opina.
«Cuando el Colegio de Enfermeras hace esta declaración, no se está refiriendo a ellos, sino que la crítica es a que se pida una normalidad de atención, porque no la puede haber, pero lo prioritario se tiene que seguir atendiendo», precisa. La «normalidad» se vuelve imposible porque la mitad del personal, en todas las reparticiones, se encuentra en cuarentena, como parte del sistema de turnos que han adoptado los recintos hospitalarios. «Eso ha obligado a trabajar el doble», dice.
Para las embarazadas que tienen control, Román asegura que la visita al consultorio es segura, que se toman los resguardos sanitarios correspondientes y que «las atenciones están separadas», y los servicios gineco-obstétricos se encuentran dentro del sector de consultas no respiratorias. Además, el protocolo vigente establece que es responsabilidad del recinto proveerles elementos de protección personal, como mascarillas. Aunque suene evidente, es algo que hasta hace poco no estaba garantizado.
Tres meses sin protocolos
A comienzos de junio, el Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO) hizo público un catastro sobre acompañamiento en el preparto y parto en las instituciones de salud. Al 31 de mayo, solo un 25% de los hospitales públicos permitían la compañía de una persona significativa durante este proceso. Según otro estudio de Corporación Miles, dos de cada cinco personas han presentado dificultades para acceder a servicios de salud sexual y reproductiva durante la pandemia.
Se debe, para Román, a que al principio había una falta de protocolos que delinearan cómo debía hacerse este tipo de atención, lo que derivó en que «el 100% de las matronas en atención primaria, secundaria y cerrada en hospitales partieran comprándose sus propios elementos de protección personal, porque no se los entregaban», cuenta. «Tuvieron que hacer sus propios protocolos locales».
«Afortunadamente este ministro firmó en menos de una semana los protocolos y lineamientos oficiales. Nosotros tuvimos una reunión con él el martes, recién asumido, y al martes siguiente estaban firmados, pero estos tres meses de retraso nos significaron trabajar en condiciones de mucho sacrificio», cuenta la dirigenta.
«Nosotros partimos mal, y prueba de ello es que las primeras contagiadas al interior de un centro de atención de salud fueron precisamente dentro de una maternidad, porque los elementos de protección personal no se entregaban», añade Román.
El 14 de abril, se conocía públicamente un brote en el área de Maternidad del Hospital Sótero del Río, que afectó al menos a seis matronas. Hasta ahora, han reorganizado su labor para priorizar el control a quienes deben recibirlo de manera presencial.
«En el caso de regulación de fertilidad, se ve quién tiene control al otro día y se llama para que puedan buscar su receta de métodos de larga duración, que pueden ser cada tres meses, seis o un año», relata. También han implementado teleconsultas para «desangustiar» a las embarazadas en medio de la emergencia sanitaria. «Eso es adicional, pero ningún control que signifique evaluar parámetros se puede hacer de forma remota», concluye.
Fuente: Emol.com – https://www.emol.com/noticias/Nacional/2020/06/30/990605/Matronas-atencion-primaria-normalidad-enfermeras.html